Es posible que, en un próximo futuro, las plantas
puedan utilizarse a manera de fábricas para la producción de drogas
proteínicas, que reportarán economías de escala y reducirán el coste de
los productos biofarmacéuticos.
Tras dos décadas de investigación, los fitofármacos están a punto de convertirse en realidad.
En fechas recientes, Estados Unidos aprobó la
primera vacuna veterinaria producida en una planta, hallándose ya en
proceso de desarrollo vacunas humanas y otras drogas fitoproteínicas.
La infraestructura y conocimientos técnicos de la
industria hortícola británica, junto con la vasta base fitocientífica
del país, hacen que su contribución en este sector sea realmente
significativa.
Eficiencia en la producción de proteínas
El uso de plantas genéticamente modificadas para
la fabricación de medicinas, hormonas, anticuerpos y antígenos posee
importantes beneficios, en comparación con los métodos hoy día
disponibles, en los que se utilizan líneas celulares microbianas o de
mamíferos.
Las plantas pueden producir una gama de compuestos
más diversa que la obtenible con sistemas microbianos y su manipulación
resulta más fácil que con mamíferos.
Además, la eficiencia de las plantas en la producción de proteínas no tiene rival.
Nueva tecnología de invernadero
Un factor que ha frenado el uso de plantas genéticamente modificadas ha sido el lugar donde cultivarlas.
Un grupo británico, financiado por el Departamento
de Industria y Comercio, anunció en el mes de abril que había comenzado
pruebas para demostrar la producción económica de proteínas humanas en
plantas de tabaco cultivadas en un GroDome.
Se conoce con el nombre de GroDome un invernadero
herméticamente cerrado y ambientalmente favorable, que impide cualquier
posibilidad de que se produzca la liberación accidental de plantas
modificadas.
Este proyecto – en el que están participando East
Malling Research, Empharm y Unigro, fabricante del GroDome – demostrará
la producción económica de un anticuerpo, que ya ha recibido licencia
en Europa para la prevención de la caries dentaria, y una proteína
humana (endostatina) con actividad anticancerosa.
Una vez demostradas las economías de escala
reportadas por el uso del GroDome para la producción de productos
fitofarmacéuticos, se establecerá un sistema de producción para su uso
comercial.
Estudio de sistemas de fitoproducción
Además del apoyo del Gobierno, el sector
fitofarmacológico británico ha recibido financiación de programas de
investigación de la Unión Europea.
Una de las iniciativas más importantes es
Pharma-Planta, proyecto con un presupuesto de £8 millones coordinado
por el Profesor Julian Ma de la Facultad de Medicina del St George’s
Hospital en Londres, en el que participan más de 30 grupos europeos de
investigación.
En este proyecto, cuyo objetivo es la creación de
una plataforma de producción basada en plantas, se colaborará
estrechamente con distintos organismos reglamentarios, para cumplir en
todo momento con las normas de seguridad.
También participan en el proyecto las
universidades británicas de Cambridge, Leeds, Glasgow y Oxford Brookes,
el John Innes Centre de Norwich y Rothamstead Research, en
Hertfordshire.
Aumento en los niveles de producción
Durante la primera parte del año en curso, otro
grupo de investigadores británicos anunció que había concebido la
manera de conseguir que las plantas produzcan anticuerpos para vacunas
en cantidades superiores a las conseguidas hasta ahora.
La Dra Patricia Obregon, del St George’s Hospital,
manifestó que la técnica para la generación de ‘moléculas de fusión’
podría ofrecer un método genérico para incrementar la expresión de
proteínas recombinantes en las plantas, abriendo así el camino para la
producción de productos biofarmacéuticos de menor coste.
Salud animal
Investigadores británicos están produciendo fitoproteínas para mejorar la salud animal.
El Profesor Michael Baron, del Instituto de Salud
Animal del Consejo de Investigaciones Biocientíficas, ha descubierto
una fitovacuna que combate la ‘peste des petits ruminants’ (peste de
pequeños rumiantes), enfermedad de ovejas y cabras, endémica en el
Oriente Medio y en la India.
Si bien existen ya vacunas contra esta enfermedad, su coste es excesivo para la mayor parte de los ganaderos.
En colaboración con científicos de la India y con
fondos procedentes de la obra benéfica de investigación, Wellcome
Trust, el Profesor Baron está probando un tipo de planta de cacahuete,
que ha sido modificada para producir una vacuna en sus hojas.
En vez de llevar a cabo el tratamiento de las
plantas para aislar la vacuna, sería posible administrar las plantas a
los animales, en su forma natural, como alimento y protección contra
esta enfermedad.
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